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miércoles, 4 de abril de 2012

"Estupendo"

Todo fue precioso y perfecto. El viernes ha sido sin duda alguna uno de esos días que quedará por siempre grabado en mi mente.

Iba bajando las escaleras del Palacio del brazo de mi padre y mirando al suelo más de lo que debía para no tropezar con el vestido y caerme, que era lo que más miedo me daba, pero hice un esfuerzo y levanté la vista buscando la mirada del que iba a ser mi compañero en el largo viaje que es la vida y ahí estaba: sonriente, orgulloso, emocionado, sorprendido y aún más enamorado.
Debo decir que mi "hado madrino" había transformado mi aspecto para pasar de ser una cenicienta "mona" a convertirme en una hermosa princesa helénica y el estado de felicidad en el que me hallaba me daba un aspecto etéreo y radiante.

La ceremonia fue íntima y especial, mi hermana y mi primo leyeron unas palabras que habían escrito que casi (y sin el casi) me hicieron llorar.
Además, se suponía que yo iba a darle una sorpresa a él, pero finalmente fue al revés: tras mi segundo "sí, (claro que) quiero", vi que el que ya era mi marido sacaba una segunda cajita del bolsillo y de ella un anillo de tres piezas precioso... Porque, según él "me lo debía". En aquel momento no supe si reír, llorar o comérmelo a besos.

Después de la ceremonia todo fue muy rápido: fotos, merienda, cortar la tarta, pasarme por las mesas... Y el baile.

La canción que elegimos fue "la vie en rose" (viniendo de mí no podía ser otra...) seguida de "l'hymne à l'amour". No bailamos especialmente bien, la verdad; estábamos nerviosos y torpes, pero la sonrisa de felicidad no se borraba de nuestras caras...

...Y aún no lo ha hecho.

Es cierto que tengo que acostumbrarme a llevar la alianza de oro blanco y que si no fuera por ella no acabaría de creerme todo lo que ha pasado, que se me hace raro no levantarme en mi habitación y no estar siempre con mi hermana y mi madre, pero a pesar de echar todo eso de menos... Soy muy feliz.
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